Conoce qué son las empresas zombies, cómo identificarlas, por qué aparecen y qué impacto tienen en los mercados y las decisiones de inversión.
Las empresas zombies son compañías que logran mantenerse operativas, pero que no generan suficientes ingresos para cubrir los intereses de sus deudas. En otras palabras, sobreviven sólo porque se siguen endeudando o gracias a condiciones financieras favorables, como tasas de interés muy bajas o rescates estatales.
Estas empresas no están muertas, pero tampoco están realmente vivas. De ahí el nombre: zombies. No crecen, no innovan, no generan utilidades sostenibles, pero siguen existiendo y compitiendo en el mercado.
Las empresas zombies pueden parecer inofensivas, pero tienen efectos profundos en la economía:
Saber identificarlas y entender su impacto es clave para quienes invierten, regulan o analizan mercados.
No hay una única definición oficial, pero Tom Papworth en su artículo The Trading Dead, reconoce cinco características más comunes de estas empresas:
En otras palabras, una empresa obtiene su etiqueta de muerta viviente cuando se vuelve económicamente insolvente, aun así continúa operando solo porque puede cubrir gastos básicos y obligatorios, pero depende fuertemente del banco o del gobierno para mantenerse.
Un caso típico es una empresa con ingresos estancados, costos fijos altos y deuda creciente, que solo se mantiene por préstamos baratos o subsidios.
Estas empresas suelen proliferar en ciertos contextos:
Durante recesiones, muchos gobiernos y bancos centrales inyectan liquidez o entregan créditos blandos para evitar quiebras masivas. Algunas empresas que deberían cerrar, se mantienen artificialmente.
Cuando endeudarse es casi gratis, incluso empresas con bajo rendimiento pueden seguir operando. Esto ha sido común en países desarrollados desde la crisis de 2008.
En algunos sectores estratégicos, los gobiernos pueden rescatar empresas no rentables por motivos políticos o sociales.
No. Las empresas en quiebra ya han reconocido que no pueden pagar sus obligaciones. En cambio, las empresas zombies siguen activas, pagan sueldos y mantienen operaciones, pero están atrapadas en una especie de “limbo financiero”, sin capacidad real de crecer o sanearse.
Las empresas zombies no sólo afectan a sus propios trabajadores o accionistas. Tienen efectos en el sistema del mercado:
El capital y el trabajo que usan estas empresas podría ir a otras más productivas. Esto frena la innovación y el crecimiento económico.
Al no buscar rentabilidad real, pueden competir en precios de forma artificial, perjudicando a empresas sanas.
Sistemas bancarios con alta exposición a zombies están más expuestos a pérdidas en escenarios de alza de tasas o recesiones.
Sí. El caso más documentado es el de Japón en los años 90, después de su crisis inmobiliaria. Durante esa década (conocida como la “Década Perdida” o “Lost Decade” en inglés), el gobierno y los bancos evitaron liquidaciones masivas, lo que permitió la proliferación de empresas zombies. Esto retrasó la recuperación económica por años.
Estudios del Banco de Pagos Internacionales (BIS) han mostrado un crecimiento sostenido de empresas zombies en economías desarrolladas, especialmente tras la crisis financiera de 2008 y la pandemia del COVID-19.
Aunque menos documentado, también existen. En sectores como construcción, retail, minería o aerolíneas, algunas compañías sobreviven gracias a préstamos estatales, subsidios o refinanciamientos constantes, sin lograr despegar en términos de productividad o rentabilidad.
Si inviertes en acciones o bonos, es importante revisar ciertos indicadores que podrían alertarte sobre una empresa zombie:
Además, si inviertes a través de fondos, verifica si estos tienen exposición a empresas con este perfil.
Las empresas zombies son una advertencia del sistema económico: cuando las condiciones permiten que empresas ineficientes se mantengan artificialmente, todos pagamos el costo. Para quienes invierten, es una señal de alerta. Para los gobiernos y bancos, un desafío de política económica.
Saber reconocerlas no sólo es útil para evitar malas inversiones, sino para entender cómo funcionan los ciclos económicos y cómo pueden distorsionarse.
La información que se encuentra en este blog está destinada a un uso informativo general. No corresponde, en ninguna circunstancia, a un consejo personalizado de inversión. Cada individuo cuenta con necesidades diferentes, por lo que debes tener en consideración tu perfil de riesgo y objetivos, antes de tomar una decisión sobre tu situación financiera. Cabe destacar que, en este blog, se comparten solo datos fiables sobre el comportamiento histórico del mundo de las inversiones. Sin embargo, no se puede garantizar un resultado específico sobre el mercado, ya que el rendimiento podría variar. Ten en consideración que toda inversión está sujeta a riesgos, entre ellos la pérdida del dinero invertido; cada ejemplo que hemos proporcionado es meramente ilustrativo, ya que somos incapaces de poder predecir cómo se comportará el mercado.