Confesiones de una adicta a los Cyber Day Chile

Una columna personal que mezcla humor, autocrítica y reflexión sobre la sociedad de consumo.

Francisca Valenzuela
Francisca Valenzuela
ofertas de cyberday

Debo confesar que tengo todo un ritual cuando sé que se vienen los eventos Cyber Day en Chile, ¡y no me hace sentir para nada orgullosa! Generalmente, nos enteramos entre un mes o dos meses antes de que viene una rebaja importante, entonces empiezo a revisar los precios de todas esas cosas que quiero, pero que sé (muy en el fondo) no necesito tanto.

Veo si renovar el teléfono, comprar una nueva computadora, una consola, quizás una dyson, reviso cremas, libros y hasta maquillaje, armo un carrito en alguna tienda de ropa o busco pijamas que probablemente terminarán abandonados en el cajón. Porque la ropa vieja siempre es más cómoda y tiene mayor apego emocional.

Al final, me doy cuenta de que estoy buscando necesidades. Busco razones para comprar. Porque, si no lo compré cuando estaba en precio normal, ¿realmente lo necesito? 

La serotonina, la decepción y el olvido post Cyber Day

No les voy a mentir, estos tres pilares se repiten cada Cyber Day. No fue hasta el de octubre del año pasado que realmente me di cuenta de que quizás no valía tanto la pena.

Me encapriché con una consola. Pensaba en todos los juegos que iba a comprar, cómo iba a revivir la felicidad que sentía cuando tenía 12 años. También me llegaron correos con ofertas de zapatillas que ni siquiera sabía que existían hasta ese momento.

Compré la consola. Me hizo feliz, sí. Pero no la toco desde hace más de tres meses. De los cinco juegos que compré en el mismo impulso, no he terminado ninguno. Luego me compré otra consola que uso todos los días y que de verdad quería. ¿Si hubiera partido por esa desde el principio? Me habría ahorrado cerca de 350 mil pesos.

Cuando me empieza a dar la culpa, la enciendo, juego media hora y vuelve a juntar polvo en la repisa.

Mi proceso de introspección: cómo evitar compras impulsivas durante el Cyber Day

Sigo siendo igual de caprichosa que el año pasado. Y quienes me conocen saben que soy buena para el berrinche (perdón, sé que igual aman esto de mí). Pero con el tiempo, desarrollé un pequeño proceso para evitar compras impulsivas durante el Cyber Day.

Paso 1: Se detona el capricho

Estudio todos los pros y contras de lo que quiero: ¿cuánta felicidad me dará?, ¿cuántas veces lo usaré?, ¿ha estado más barato antes? Reviso 20 reviews en español, inglés y francés. A veces no me convence y lo desecho. A veces se queda en mi mente por meses.

Paso 2: Autoconvencimiento con criterio financiero (que no existe)

Me repito que no lo necesito. Lo comparo con cosas que ya tengo. Si encuentro al menos cinco razones válidas para comprarlo, lo hago. Si no, debería descartarlo (aunque no siempre lo logro).

Paso 3: Ok, lo quiero, pero planifico la compra

Aquí me pregunto: ¿estoy dispuesta a pagar el precio completo? Si no, espero una oferta. No necesariamente al Cyber, pero sí a un mejor precio. Y es ahí cuando me doy cuenta…

El Cyber me miente y no es la mejor forma de comprar online

Después de observar los precios, muchas veces encuentro los productos más baratos fuera del Cyber. De hecho, este último año no me he arrepentido ni una sola vez de haber comprado antes. En cambio, sí me he arrepentido de compras online hechas por impulso durante esos días tortuosos.

Vivimos en una sociedad que incentiva el consumo innecesario

El Cyber Day no es el problema. El problema es cómo hemos llegado a pensar que lo necesitamos todo. Vivimos en una sociedad que nos bombardea con necesidades inventadas: necesitas el último iPhone, necesitas ese abrigo nuevo, necesitas una consola que se conecta con tu refrigerador o ese serum para el pelo que te promete la vida. Porque si no lo compras ahora, estás perdiendo.

Las marcas, los correos, los influencers, las tiendas, todas las plataformas trabajan en conjunto para activarnos esa emoción fugaz de necesidad urgente. Y nosotros, sin darnos cuenta, respondemos con la tarjeta en mano.

Nos hemos acostumbrado a premiarnos con cosas, con objetos. Porque sentimos que merecemos algo después de un mal día. Porque estamos tristes, estresados o simplemente aburridos. Porque el consumo nos da ese golpe de dopamina que dura cinco minutos, pero deja efectos en nuestra cuenta bancaria por mucho más tiempo.

¿Qué he aprendido de los eventos Cyber Day Chile?

Que no necesito el último iPhone para ser feliz. Ni los jeans con 20% de descuento si ya tengo veinte más sin usar. Que no necesité más de la mitad de las compras que hice en los Cyber Days del año pasado. Que quizás la tele fue útil, pero muchas cosas no.

Y, sobre todo, que ese dinero podría haber sido invertido. Que si lo hubiese puesto en otro lado, hoy podría estar pensando en hacer algo más grande con eso. Mucho más grande que comprar una consola que no ocupé o un abrigo que me acordé que existía hace dos días atrás. 

¿Invertir o gastar? El dilema en las compras online

Siento que es la pregunta más importante que me hago ahora. Y la respuesta ha empezado a cambiar. Porque invertir no es sólo poner plata en la bolsa, es elegir qué tipo de vida quiero tener en unos años. Es dejar de buscar felicidad inmediata para construir algo duradero.

Cada vez que dejo de comprar algo innecesario, siento que gané. Porque ese dinero ahora puede estar en mi fondo de emergencia, en mi cuenta de inversión, en un proyecto futuro que sí vale la pena. 

Ojo, eso no significa que no compre nada. Cuando realmente necesito algo, lo compro. Incluso si es un café sobrevalorado, que añadí desde un principio a mi presupuesto mensual. 

Este Cyber Day Chile, intento no caer

No digo que no voy a comprar nada. Digo que voy a pensar. Que voy a analizar. Que si algo no me genera valor real, no entra a mi carrito. Y si llega un correo diciendo "¡Olvidaste tu carrito!", responderé mentalmente: no, no lo olvidé. Estoy cuidándome, porque no lo necesito realmente. 

Cómo evitar compras impulsivas durante el Cyber Day

No necesito estar de acuerdo conmigo misma todo el tiempo. Y las compras no han sido una excepción. Pero este año decidí intentarlo de verdad. No caer en trampas de precios inflados, ni en necesidades que realmente no tengo.

Quizás no necesito más consolas, ni más ropa, ni más zapatillas. Quizás sí necesito un par de botas de nuevas que no dejen que se me mojen los pies, pero también necesito pensar en esas metas más grandes que necesitan un poco más de planificación: como un viaje, un terreno, e, incluso, mi jubilación.  

Y por eso, si me pregunta cómo evitar las compras impulsivas, yo digo que lo mejor es pensar, ¿qué quieres más? ¿ese jeans que no sabes si usarás o ese viaje que tienes pensado hace años? Yo prefiero el viaje, por lo que mejor meto esa plata a invertir o en un fondo de emergencia si no tengo uno. 

El futuro que quiero no se va a seguir construyendo de rebajas ni de ropa que terminó vendiendo luego con etiqueta, se construye pensando. Siendo inteligente. Y para eso, yo elijo Holdo.

Tus objetivos son únicos, tus inversiones también deberían serlo. Agenda una asesoría.

Agendar ahora

La información que se encuentra en este blog está destinada a un uso informativo general. No corresponde, en ninguna circunstancia, a un consejo personalizado de inversión. Cada individuo cuenta con necesidades diferentes, por lo que debes tener en consideración tu perfil de riesgo y objetivos, antes de tomar una decisión sobre tu situación financiera. Cabe destacar que, en este blog, se comparten solo datos fiables sobre el comportamiento histórico del mundo de las inversiones. Sin embargo, no se puede garantizar un resultado específico sobre el mercado, ya que el rendimiento podría variar. Ten en consideración que toda inversión está sujeta a riesgos, entre ellos la pérdida del dinero invertido; cada ejemplo que hemos proporcionado es meramente ilustrativo, ya que somos incapaces de poder predecir cómo se comportará el mercado.